La focaccia se usa en Italia como una deliciosa alternativa al pan y se puede comer a cualquier hora del día o de la noche, con las combinaciones más extravagantes.
Como muchas otras recetas tradicionales italianas, los orígenes de la focaccia son desconocidos. Algunos sostienen que, al principio se elaboraba en las zonas costeras cuyo aire salobre impedía que el pan leudara (fermentara) correctamente. Por lo tanto, para solucionar este problema, las amas de casa inventaron la receta de la focaccia, que se puso de moda rápidamente y ahora reina en nuestras mesas.
Sin embargo, otros creen que la focaccia surgió alrededor del siglo II a.C. como comida humilde que logró ofrecer una inyección de energía a los marineros y pescadores, que estaban obligados a hacer trabajos pesados, a menudo durante la noche. La focaccia es deliciosa, nutritiva y fácil de almacenar, incluso por semanas.
Dulce o salada
Hoy, cada región en Italia conserva celosamente su receta de focaccia tradicional, que puede ser dulce o salada, rellena con embutidos y queso o cubierta con tomates cherry y orégano. Pero lo que es seguro es que, cualquiera sea la variación, el ingrediente principal de la focaccia es lo que los italianos denominan «oro líquido»: aceite de oliva extra virgen.
La focaccia es un producto horneado elaborado con una masa simple de harina, aceite y agua. En Italia, la focaccia se usa como una deliciosa alternativa al pan y se puede comer a cualquier hora del día o de la noche, con las combinaciones más extravagantes. De hecho en algunas partes de Italia, se come una deliciosa focaccia salada con cebolla para el desayuno, humedecida en el cappuccino. ¡Una combinación extraña pero singular en cuanto a sabor y creatividad!