Arrabbiata, sencilla y deliciosa 

El placer picante de la guindilla calienta los dulces tomates dátil, cultivados bajo el sol de los campos italianos. Es la salsa all’Arrabbiata, preparada como dicta la tradición, lista para aportar a su pasta un carácter fuerte y decidido.Una salsa para pasta sencilla, picosa y con un sabor increíble.

Arrabbiata es una preparación en forma de salsa típica de la cocina italiana, en concreto de la ciudad de Roma. La salsa posee como características el tomate, el ajo, el pimiento Chile rojo (guindilla); todo ello preparado en aceite de oliva. En algunas ocasiones se emplea la albahaca, aunque la mayoría de los cocineros italianos no emplean esta hierba en la elaboración de la receta. La salsa se elabora por regla general con algunos platos de pasta, a veces finamente picado con perejil  espolvoreado en la parte superior.

 Variantes y usos.

Ejemplos de su uso en pasta son los penne allArrabiata”, típico del Sorrento, o el Farfelle  arrabbiata. Otros platos son: spaghetti all’arrabbiata, maccheroni all’arrabbiata o pennette all’arrabbiata.

La salsa arrabbiata puede utilizarse también en platos diferentes a la pasta para acentuar su sabor, tales como carnes, pescados o pizzas.

La original receta de salsa arrabiata se prepara con “peperoncino rosso”, un pequeño pimiento muy picante, que se puede suavizar un poco quitándole la semilla.

 Manos a la obra

 Un paquete de 500 gr. de la pasta de su elección, 300 gr. de tomates bien maduros pelados y partidos en cubos pequeños, una cebolla mediana finamente picada, dos dientes de ajo machacados, un cuarto de taza de aceite de oliva, una o dos guindillas (chile de árbol seco) u otro pimiento picante, cinco o seis hojas de albahaca (opcional), sal al gusto, abundante queso parmesano.

 Sofreír la cebolla, junto con el ajo y una pizca de sal, en la mitad del aceite indicado en la receta. Cuando los ingredientes están apenas dorados y despiden un aroma dulzón, es momento de agregar los tomates, sin la piel, preferentemente sin las semillas, y picados en cubos medianos.

Mientras se calienta el tomate junto con la cebolla, la guindilla y el ajo, es tiempo de hervir la pasta en abundante agua con sal. Debemos calcular un litro de agua por cada100 g. de pasta. Rectificar la sazón de la salsa, si es necesario, y añadirle el resto del aceite junto con la albahaca cortada en tiras finas.

Escurrir la pasta una vez cocida, cubrir con la salsa, y con una buena cantidad de queso parmesano  rallado.

¡Qué tal! Si así se lee, imagínate probarla… provecho.

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