Ubicado en el valle de Puebla, se encuentra un pueblo paradisíaco, rodeado de bosque, cascadas, cafetales, huertos y manantiales.
Oculto entre los cerros de Puebla, Chignahuapan surge del bosque como salido de un cuento. Los alrededores del pueblo están repletos de cascadas, lagunas, ríos, pozas termales y hasta un manantial de aguas sulfurosas.
Sus inclinadas y coloridas laderas son el hogar de muchos árboles frutales y preciosos cafetales.
Además de las propiedades curativas de su manantial, la Laguna Almoloya es el lugar perfecto para pasear, descansar, pescar y admirar la inusitada belleza del Salto de Quetzalapán.
Más allá del paraíso natural, la arquitectura del lugar también ofrece un espectáculo difícil de describir. Las imponentes casonas con techos de madera y tejas, aunadas a la parroquia y al kiosco estilo musulmán, ubicados en la plaza principal, son el sueño de cualquier fotógrafo.
Productores de esferas navideñas
Cabe destacar que la zona es una de las principales productoras de esferas navideñas del país, con más de 200 fábricas y talleres que engalanan al pueblo cada fin de año.
Generalmente en invierno puede hacer bastante frío, ya que su temperatura media es de 12 grados, procura ir bien abrigado. Sin embargo, si el frío es lo que te gusta, puedes aventurarte al Cerro Colorado, desde cuya cima obtendrás una vista panorámica inmejorable del valle.
El nombre de Chignahuapan proviene del náhuatl, y significa «donde abunda el agua», o «sobre las nueve aguas». Durante la época prehispánica fue habitado por totonacas, nahuas, otomíes y tepehuas.
